La Responsabilidad Informativa

La Responsabilidad Informativa

La información no debería precisar de una adjetivación como la que hoy usamos, responsable, porque no debería existir ningún otro tipo, o tampoco debería ser considerada ésta, información, aunque tuviera su misma forma. Existe responsabilidad en aquello que es al tiempo un derecho para la ciudadanía o público, y una obligación para las administraciones, empresas, entidades y medios de comunicación.

Desde el Instituto Internacional del Valor Compartido apostamos y exigimos la transparencia informativa, la transparencia responsable. La información o comunicación como medio y espíritu de transparencia.

La irresponsabilidad informativa es un mismo ente o concepto que toma diversas corporeidades.

Como todo aquello que puede estar vinculado al interés particular de una de las partes, esta información puede ya contar con la primera irresponsabilidad: la imparcialidad. El interés de una administración por demostrar que responde a una alarma social; o el interés de aprovechar el colapso informativo para obviar otros temas. El interés de una entidad por posicionarse frente a otra, o inversores frente a determinados sectores, etc.

La siguiente irresponsabilidad podríamos entenderla como el interés económico. En un mundo de euros por clic, generar titulares aunque no los acompañen noticias augura ingresos recurrentes, tráfico monetizable, y otras oportunidades de negocios para los medios de comunicación.

El tercer cuerpo de irresponsabilidad lo denominaríamos como la descontextualización. Informar destronando la información de aquello que la explica, para que su entorno la sitúe al nivel o interés que responda a las dos irresponsabilidades anteriores.

Por otra parte, existe un quinto elemento, como quinto poder, que sería el del público o ciudadanía. El poder democrático del informado o desinformado. La irresponsabilidad de la desinformación voluntaria. Hemos perdido el gusto por conocer las fuentes que manejamos. Todo aquello que nos llegue por cualquier medio se convierte a golpe de reenvío en información fidedigna, y de esa forma, proponemos irresponsablemente que nuestros entornos asuman a través de su confianza en nosotros nuestra propia irresponsabilidad. Noticias falsas, contenidos sin fundamento, memes, etc. el resultado de una voluntaria y sostenida pérdida de actitud y criterio crítico ante la información.

Lo vemos perfectamente en esta crisis del Coronavirus donde todo esto ha sucedido de distinta forma o manera a lo largo de su trayectoria. El resultado una alarma social e histeria colectiva capaz de desabastecer supermercados, haciendo que grandes multitudes de personas se concentren en un mismo lugar; mientras que se cancelan eventos o se cierran colegios para evitar eso mismo. Una alerta capaz de hacer virales contenidos con aparente fundamento que tiene como tal la creatividad de un particular; o como finalidad el daño a un colectivo o un sector.

Seamos también las personas responsables. Ante una noticia o información:

1) vayamos a la fuente, confirmemos que lo que nos llega y la fuente se corresponden.

2) intentemos analizar los intereses que puede tener la fuente.

3) si esto nos resulta complejo pensemos que interés pueden tener en que sea verdad o en que sea mentira.

4) busquemos fuentes diversas.

5) preocupémonos por difundir sólo lo contrastado.

5) no seamos partícipes de contenidos irresponsables o dañinos.

6) frenemos actitudes o acciones que contradigan todo lo anterior.

Ser responsables también implica ser parte de una sociedad capaz de trabajar a favor de las mejores soluciones, las fórmulas acertadas, los objetivos constructivos, y vigilar y mitigar cualquier atisbo de irresponsabilidad.

Para la información responsable, lo mejor es ser un responsable informado.

 

Luis Antonio González Pérez

Presidente del Instituto Internacional del Valor Compartido

Secretario General del Instituto Internacional de Ciencias Políticas

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